El humo del tabaco se clasifica en tres grandes tipos. Y los tres son muy perjudiciales para la salud.
El humo de primera mano es el que inhala el fumador, y que va directamente del cigarrillo a los pulmones.
El humo de segunda mano es el humo que viene del extremo ardiente del cigarrillo y también es el humo que los fumadores exhalan por la boca. El humo de primera y segundo mano puede ser igual de perjudicial. Incluso el humo que proviene del extremo quemado del cigarrillo contiene más toxinas que el humo inhalado por el fumador, aunque obviamente el fumador lo respira en mucha mayor dosis.
El humo de tercera mano es el tabaco invisible o también llamado “polvo de tabaco” . Es el polvo lleno de partículas tóxicas que queda impregnado en la ropa, el pelo, alfombras, cortinas, juguetes, y en todas las superficies de la casa y del coche. Los niños son los más perjudicados, porque este humo de tercera mano contiene partículas que pesan más por lo que se encuentra depositado más bajo, a la altura de los niños y los bebés. Por otro lado, los niños inhalan aire más veces por minuto que los adultos, y además tienden a tocar y llevarse a la boca los objetos contaminados, cuando gatean, en los asientos del coche, o en brazos de adultos donde las toxinas se han acumulado en ropa y manos.
Las mascotas también están en igual de riesgo debido a que las toxinas quedan impregnadas en su piel y pelo, y además las acariciamos con frecuencia.
El problema es que este tipo de humo no se elimina al ventilar las habitaciones o abrir las ventanas, como sí pasa con el humo de segunda mano. Lo único que se puede hacer para eliminar el humo de tercera mano es limpiar o lavar con muchísima frecuencia las superficies, las telas y los tapizados de los lugares donde se ha fumado, cosa que no hacemos a diario.
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